Entre la actividad y la receptividad:
percepciones sobre el cuidado en agentes de un centro estatal de promoción de
la convivencia[1].
Diego
Carmona Gallego[2]
Claudia Liliana Perlo[3]
Resumen:
El presente
trabajo constituye parte de un estudio acerca de las percepciones y prácticas
de cuidado en los contextos organizativos relacionados con el cuidado de
personas. En este artículo se abordan las percepciones del cuidado que
presentan agentes de un centro estatal de promoción de la convivencia barrial,
ubicado en la región centro de Argentina. De este modo, se propone comenzar a
responder una de las preguntas que orientan la investigación, aspirando a una
mayor comprensión de la problemática: ¿Cuáles son las percepciones sobre el
cuidado que sostienen las personas que se desempeñan como agentes en el
contexto organizativo?
En relación a
este tema en investigación, se desarrolló una investigación cualitativa con un
diseño de estudio en casos y una estrategia de investigación-acción, desde una
perspectiva compleja. Los resultados en torno a las concepciones permiten
identificar múltiples dimensiones de la ética del cuidado, la cual comprende un
continuum de haceres, no haceres conscientes y prácticas de no-intervención. En suma, se trata de la
receptividad que compone al cuidado resignificando la definición exclusiva del
mismo como una actividad.
Palabras clave: ética del cuidado;
actividad; receptividad; organizaciones; convivencia
Between activity
and receptivity: perceptions
of care among employees of a state center for promoting harmony
Abstract:
This paper is part of
a study on perceptions and caregiving practices in organizational contexts related to the care of
individuals. This article addresses the perceptions of care held by
agents of a state center for the promotion of
neighborhood coexistence, located in the central region of Argentina. In this way, we
aim to begin
addressing one of the questions
guiding the research, with the aspiration of gaining a deeper
understanding of the issue: What
are the perceptions of care maintained by individuals working as agents in the organizational context?
Regarding this research topic, a qualitative investigation was conducted with
a case study design and an action research
strategy, from a complex perspective. The results regarding
conceptions allow us to identify
multiple dimensions of the ethics
of care, which encompass a continuum of actions, awareness of what not
to do, and non-intervention
practices. In summary, it is about
receptivity that is integral to caregiving, redefining its exclusive definition as a
mere activity
Keywords: ethics of care; activity; receptivity; organizations; coexistence.
Entre l'activité
et la réceptivité. perceptions
du soin chez les agents d'un centre d'état pour la promotion de la convivialité.
Résumé:
Ce travail fait partie
d'une étude sur les perceptions et les pratiques de soins dans les contextes organisationnels liés à la prise en charge des personnes. Cet article aborde les perceptions des soins détenues par les agents d'un centre étatique de promotion de la coexistence de quartier, situé dans la région centrale de l'Argentine. De cette manière, nous aspirons
à commencer à répondre à l'une des questions guidant la recherche, avec pour objectif
de mieux comprendre la problématique : Quelles sont les perceptions des soins entretenues par les individus travaillant en tant qu'agents dans le contexte organisationnel ?
En ce qui concerne ce sujet de recherche, une enquête qualitative a été menée avec une conception d'étude de cas et une stratégie de recherche-action, selon une perspective complexe.
Les résultats concernant
les conceptions nous permettent d'identifier de multiples dimensions de l'éthique des soins, englobant un continuum d'actions,
la prise de conscience de
ce qu'il ne faut pas faire, et des pratiques de non-intervention. En
résumé, il s'agit de la réceptivité qui fait partie intégrante de la prise en charge, redéfinissant sa définition exclusive en tant qu'activité pure.
Mots-clés : éthique du soin
; activité ; réceptivité ; organisations ; coexistence.
Introducción
El presente trabajo constituye parte de un estudio denominado
“Estudio sobre las percepciones del cuidado y su relación con las prácticas en
los contextos organizativos”. El objetivo general de la investigación es
generar conocimiento sobre el cuidado de sí y de los otros, y establecer
relaciones con las prácticas de cuidado en los contextos organizativos.
Este artículo se focalizará en uno de los objetivos específicos de la
investigación, consistente en conocer las diversas percepciones sobre el
cuidado que sostienen las personas participantes en los contextos
organizativos. Para este cometido, se centrará el análisis en las entrevistas
semiestructuradas aplicadas a la totalidad de agentes de uno de los casos en
estudio. Se trata de un servicio estatal municipal, abocado a la promoción de
la convivencia, ubicado en una ciudad de la región centro de Argentina.
De este modo, este artículo, se propone comenzar a responder una de las
preguntas que orienta la investigación, aspirando a una mayor comprensión de la
problemática: ¿Cuáles son las percepciones que sostienen las personas en torno
al cuidado en el contexto organizativo?
En una primera parte del artículo, se expone el marco teórico desde el cual se
comprende la noción de cuidado, introduciendo en esta demarcación, el estado
del arte en torno al tema. En un segundo momento, se presenta el trabajo de
campo, el análisis de los datos y las conclusiones.
Los resultados nos permiten colegir que el cuidado no sólo se percibe y
practica como un mero hacer, sino como una gama de prácticas consistentes en
no-haceres conscientes y en la no-intervención.
Antecedentes
El estudio
sobre el cuidado es relativamente incipiente en las ciencias sociales, al
contar con los primeros antecedentes de estudios sistemáticos, en la década del
‘80, con el surgimiento de la ética feminista del cuidado en el ámbito
anglosajón (Gilligan, 1985), y más tempranamente con los desarrollos sobre
trabajo doméstico y reproductivo de los feminismos marxistas y socialistas
(Dalla Costa y James, 1972). En el ámbito de la región latinoamericana, el
análisis del cuidado se circunscribe en diversas dimensiones, fundamentalmente
asociadas al reconocimiento del mismo como un trabajo, desarrollado en su mayor
parte y de manera desigual, por mujeres, y asimilable en mayor o menor medida a
otras formas de trabajo remunerado (Batthyánhy,
2020).
La literatura
latinoamericana refleja una gran heterogeneidad en los desarrollos conceptuales
y empíricos, los cuáles, si bien no presentan univocidad en la definición y
delimitación de la categoría cuidado, suelen presentar cierto consenso en el
reconocimiento de este como una actividad, así como en el cuestionamiento de su
feminización y desvalorización social. Al respecto, coexisten tendencias que
definen esta actividad con un sentido más focalizado, asociado a la asistencia
a personas en “situación de dependencia” en el desarrollo y bienestar de su
vida cotidiana (Battyánhy y otros, 2015; Sojo, 2011;
Rossel, 2016;
Pautassi, 2018; 2020). En cambio, otras perspectivas más
transversales, identifican esta actividad en vastos ámbitos de la vida social
(Arango Gaviria y Molinier, 2011; Molinier
y Legarreta, 2016; Borgeaud-Garciandía, 2018; Molinier, 2018). Se considera que está presente en todo
trabajo consistente en la ayuda/asistencia a otro, desplegado en diferentes y
variados contextos (hogares, escuelas, hospitales, centros de día, servicios en
general). Estos desarrollos entrelazan los enfoques del cuidado como una forma
de trabajo con la ética del cuidado, aunque otorgan prioridad al primer
componente, postulando que toda ética deriva de una práctica concreta definida
como actividad, tarea, trabajo (Arango Gaviria y Molinier,
2011; Molinier, 2018). En el mismo sentido, Thomas
(2011) utiliza el plural “cuidados” y sostiene que se encuentran relacionados
con los trabajos centrados en las personas. Estos son definidos como una
prestación de apoyo, remunerada o no, en la cual intervienen actividades que
implican un trabajo y estados afectivos.
En relación a
esta segunda senda, señalamos la relevancia de la definición urdida por Tronto
y Fisher (1990) recuperada por múltiples estudios:
una actividad de especie que incluye todo aquello que hacemos
para mantener, continuar y reparar
nuestro «mundo» de tal forma que podamos vivir en él lo mejor posible. Ese
mundo incluye nuestros cuerpos, nuestras individualidades (selves) y el
entorno que buscamos tejer juntos, en una red compleja que sustenta la vida”
(Tronto y Fisher, 1990, en Domínguez Alcón, 2020: 185).
El contexto de producción teórica hasta aquí referido, permite advertir que las
perspectivas que ahondan en la dimensión ética y vincular del cuidado no
siempre encuentran cauce, y, cuando lo hacen, en muchas ocasiones resultan
opacadas o subsumidas por la categoría “tareas de cuidado”. Sin embargo,
llegados a este punto conviene señalar algunas investigaciones en salud/salud
mental colectiva, la enfermería y el trabajo social, que reponen reflexiones
sobre el cuidado desde una dimensión ética y política. En este sentido,
destacan en Argentina, las aportaciones de Angelino (2014), De la Aldea (2019),
Aparicio (2021), Gattino y Chacarelli
(2021), Kipen et al. (2023), en la intersección del
trabajo social y la ética del cuidado; y Najmanovich
(2021a) en el cruce de epistemología y ecología de los cuidados. La
investigación de Kipen et. al. (2023), en particular,
distingue entre atención y cuidado, las cuáles no siempre confluyen en función
de componentes sociohistóricos y vinculares.
En Brasil, se
destacan los estudios del cuidado como una dimensión transversal a la atención
en el campo de la salud/salud mental, consistente en el tratamiento respetuoso,
la
subjetivación emancipadora, el vínculo afectivo y las
interacciones positivas entre usuarios, profesionales e instituciones,
desarrollados por Franco y Merhy (2011). En otro
orden, el estudio en torno al tema en los contextos organizativos ha sido
abordado de manera tangencial, al centrarse en las consecuencias del descuido
de la organización respecto de quienes la integran (Maslach y Jackson, 1981;
Escardó, 2020, Córdoba-Rojas et.al, 2021). En nuestra región, la investigación de
Aparicio (2021), demuestra que el cuidado de sí es percibido en muchas
ocasiones como “asunto privado” y se desintegra respecto de la labor
desarrollada, así como del contexto en que la misma tiene lugar, estando
ausente la misma expectativa de recibir cuidados por parte de los miembros de
la organización respecto de esta.
Especial
hincapié merecen los desarrollos sobre ética del cuidado del filósofo y teólogo
brasileño Boff (2004; 2012) los cuáles constituyen un
fundamental insumo para nuestra perspectiva. Cabe aducir, por otra parte, que
la literatura de ética del cuidado tiene mayor desarrollo y expansión en el
ámbito académico anglosajón (Held, 2006; Kittay, 1999) por lo cual se entiende relevante abonar a
este campo de conocimientos desde la región.
En este artículo, establecemos una definición del cuidado que coloca el foco de
análisis en su dimensión ética y vincular. En este sentido, el cuidado es antes
que todo un modo de vinculación, una actitud que se cultiva en la interacción
con las demás personas y el mundo, y que no debe
reducirse a un mero acto (Boff, 2004).
Cuidar implica el reconocimiento de las marcas mismas de la condición humana:
la interdependencia y la vulnerabilidad (Pié
Balaguer, 2019; Carmona Gallego, 2023, 2021a, 2021c, 2020a). En términos más
extensivos, estas características abarcan a todo lo viviente, aunque en el caso
de las personas, las mismas pueden ser objeto de su reflexividad. De este modo,
además de comprender actividades que involucran asistencia, atención, tareas;
el cuidado implica la atención y el cultivo de los entretejidos de relaciones
que componen toda vida (Perlo y Carmona Gallego, 2021). A partir de estos
lineamientos, se comprende la importancia de la búsqueda de una mayor igualdad
de género, así como de una profunda crítica a la cultura androcéntrica.
Al considerar al cuidado desde esta perspectiva ética, entra en fuerte tensión
con el dominio ejercidos sobre toda otredad, muchas veces en nombre de su
cuidado. Siguiendo a Boff (2002; 2012), los modos de
relación social que se basan en el cuidado, presentan importantes diferencias y
tensiones con la razón instrumental-analítica, propia del paradigma
mecanicista. Este último convierte a otras personas y a los ecosistemas en un
objeto para ser dominado. En cambio, en el cuidado como un modo de vincularse:
“la relación no es de dominio sobre, sino de con-vivencia. No es pura
intervención, sino interacción y comunión” (Boff,
2002: 78).
Metodología
El estudio se fundamenta en el paradigma de investigación
cualitativa, desde una perspectiva compleja, con un diseño de
investigación-acción. La perspectiva compleja permite: establecer una relación entre el observador-conceptuador y objeto observado-concebido, incluyendo la
presencia del observador en toda observación (Morin, 2009); recuperar en el
análisis los sentidos que los participantes otorgan a sus prácticas; concebir a
los contextos organizativos como sistemas abiertos, en los que existen
dinámicas de retroalimentación y recursividad. Este estudio se enmarca en el
enfoque ofrecido por la grounded theory
(Glaser y Strauss 1967). La teoría fundamentada es un método para la recogida y
análisis de datos cualitativos que tiene sus antecedentes en el interaccionismo
simbólico. Su principal objetivo es el desarrollo de teorías específicas del
contexto, a partir de la información que emerge de los datos interpretados por
el investigador. Desde el enfoque de análisis adoptado por el estudio, la
construcción de la teoría no tiene como objetivo su generalización a otros
contextos, sino un análisis situado capaz de dar cuenta de la complejidad del
fenómeno. Considerando estas postulaciones, el análisis de los datos reconoce
los significados, vivencias e interpretaciones de las propias personas
Presentación
del caso
Se trata de una organización público-estatal de circunscripción
municipal, dedicada a la promoción de la convivencia e inclusión social,
mediante espacios recreativos y educativos. La estructura organizacional cuenta
con un total de 10 integrantes, quienes ocupan sus cargos en condición de
planta permanente o en modalidad de contratación: equipo coordinador: integrado
por una coordinadora y un co-coordinador; equipo de
talleristas: integrado por 7 personas que facilitan diferentes dispositivos y
espacios (maestra mayor de obras, profesora de cerámica, profesora de
arte, psicóloga, trabajadora social,
profesora de biodanza, referente de taller de huerta y del taller de plantas
medicinales); persona encargada de la limpieza.
Los procesos de inclusión y promoción están dirigidos a la población en
situación de mayor vulnerabilidad social. Se prioriza como objetivo el trabajo
con la primera infancia (niños de hasta 3 años de edad inclusive), jóvenes y
adultos mayores. Entre los ejes de inclusión social se considera especialmente:
la permanencia en el sistema educativo formal e inclusión en espacios
deportivos-recreativos para niños y jóvenes; inclusión socio laboral para
jóvenes; e incorporación de adultos mayores en actividades socio-educativas y recreativas.
Este centro, en particular, se aboca a los últimos dos ejes.
En el trabajo de campo, los instrumentos que se administraron fueron:
entrevistas semiestructuradas, entrevistas en profundidad, observación
participante y círculos de conversación reflexiva (focus
group). La aplicación y facilitación de los
instrumentos permitió a las personas participantes desarrollar una indagación
crítica y apreciativa, sobre sus prácticas organizacionales antes y durante el
proceso de la investigación-acción. A continuación, se presenta el análisis de
datos recogidos a partir de la aplicación de 12 entrevistas semiestructuradas.
La muestra estuvo compuesta por la totalidad de personas empleadas por esta
organización y dos personas funcionarias del área de gobierno a cargo del
centro de convivencia, de circunscripción municipal.
La información cotejada, de orden cualitativo, está constituida
fundamentalmente por cadenas verbales que demandaron un trabajo de análisis
interpretativo para la posterior categorización. Se señalan las expresiones verbales de los participantes en cursiva y entrecomilladas. Estas
últimas son seleccionadas en función de considerarse frases prototípicas, en la
medida en que facilitan la comprensión de las categorías, y se recogieron en el
marco de la aplicación de este instrumento. El tratamiento de la información
consistió en un análisis de contenido, para el que se empleó el software de análisis cualitativo de datos Atlas.Ti.
Discusión y resultados
En este
artículo sólo haremos referencia al análisis de una de las preguntas que
conformaron la entrevista semi-estructurada: ¿Qué entiende por cuidado?
Agrupamos las
respuestas de los entrevistados en 4 dimensiones equivalentes en su frecuencia
de aparición: 1) vínculos (10 respuestas), 2) cuidado de sí (9 respuestas), 3)
conexión con la naturaleza (8 respuestas) y una dimensión con menor frecuencia
de aparición y con puntos de tensión e integración con la dimensión vincular,
4) asistencia (3 respuestas). A continuación, presentamos el cuadro que sintetiza
los resultados, integrando las meta-categorías, categorías y subcategorías
emergentes del análisis. En los
conectores se pueden leer las frases “is associated with”
(está asociado con) e “is part of" (es parte
de):
Figura 1. Cuadro de elaboración propia mediante
software de análisis cualitativo de datos Atlas.Ti
1) El cuidado en relación con los vínculos
Las personas
entrevistadas refieren aspectos y cualidades que permiten sostener y cultivar
los vínculos de manera cuidadosa, en forma integrada con un cuidado de
sí y de la naturaleza (a la cual las personas también pertenecen). Dichos
aspectos son: receptividad, importancia de los detalles y gestos, respeto e
igualdad como modo de relación, afecto, confianza en la potencia del otro,
búsqueda de comunidad. De este modo, en todas las entrevistas realizadas se
mencionan aspectos que remiten al cuidado como un vínculo ético-afectivo y
receptivo.
Receptividad
La
receptividad reúne aspectos del modo de vinculación que entran en fuerte
tensión con una configuración del cuidado reducida a la actividad/tarea. Se
refieren prácticas que implican una abstención y que tienen como fin último la
preparación de una actividad cuidadosa, así como de una receptividad hacia
otras personas y también hacia sí mismas. Integran esta receptividad: la
suspensión del juicio, la no-intervención, la escucha y la empatía.
-Suspensión
del juicio
Se trata de
suspender el juicio para acoger al otro en tanto otredad, alojando aquello que
está manifestando, tratando de no reducir el vínculo a una comprensión
cognitiva (Lévinas, 2001) y al otro a una
clasificación, diagnóstico, juicio. En definitiva, suspender el juicio también
es otro modo de no intervención, una suspensión de la acción, en el sentido de
buscar suspender el control o direccionamiento de una situación para dejar
aparecer, advenir, dar lugar a un acontecimiento.
“escuchar ciertas realidades del barrio que nunca
había visto, y que a veces superan la
ficción, abren a esto de no juzgar”
“estar a la escucha sin juzgar y plena”
“cuidar es no juzgar, básicamente”
-No intervención
Las prácticas
de no-intervención implican la suspensión de una actividad de manera
consciente, en pos de dar lugar a la receptividad.
“Estar en suspenso es detener el aliento. Y mirar lo más atentamente que se
puede lo que simplemente está allí, lo que se le ofrece a uno en la presencia
de las cosas” (Dufourmantelle, 2019: 27)
“Y a veces lo que el otro decide no es lo que uno
piensa que es lo mejor, o lo que uno hubiese hecho. Y poder bueno respetar eso,
no intervenir ahí para que el otro haga lo que yo le digo que hay que hacer. Y
en todo caso luego veremos qué pasa con eso que el otro decidió y qué vuelta se
le da si necesita revisar algo”
Como parte de esta ética de la abstención que integraría un vínculo
ético-afectivo basado en el cuidado, el no intervenir guarda ciertas
similitudes, aunque por supuesto no se corresponda exactamente, con la
propuesta del wu-wei
de la filosofía taoísta (Boff, 2004), así como con la
noción de autocontención inscripta en la filosofía andina del Buen Vivir o Sumak Kawsay (Carrera
y Murillo, 2022).
Las personas
informantes manifiestan que, en la medida en que pueden suspender sus juicios,
así como abrirse a la suspensión del hacer, cuidan de sí y de las demás
personas.
La categoría
“receptividad” presenta el desafío de deslindarse de la negligencia, pues no se
trata de un mero no hacer, sino de un no hacer consciente que da lugar a la
acción cuidadosa. Así como un agricultor cuidadoso con la tierra que cultiva,
es capaz de esperar sus ritmos y ciclos orgánicos, escuchar lo que ésta
necesita en cada uno de ellos en lugar de exigir constantemente que dé frutos a
expensas del uso de dañinos agroquímicos, la receptividad prepara el suelo del
cuidado a partir de suspensión de la actividad y también dando lugar a
prácticas como la escucha.
-Escucha
Hace
referencia a estar a disposición de las demás personas, para que puedan
compartir sus emociones, estados de ánimo, sentimientos. Implica la consideración
de los demás, como fines en sí mismos, y no como meros instrumentos para la
consecución de un objetivo (cumplimiento de los objetivos de la tarea laboral,
por ejemplo). Esta escucha es caracterizada por uno de los entrevistados como
una “escucha sin juicio”, por lo que la suspensión del juicio y la escucha
cuidadosa se encuentran profundamente entrelazadas.
Se trata de una escucha que acoge, aloja, y para ello precisa vaciarse del
juicio que impediría escuchar al otro en su alteridad. Suspende la clasificación,
la relación inmediata de lo que otra persona dice, con un código de
interpretación ya establecido, e invita a la sorpresa.
Tanto atender
como escuchar en términos receptivos, implican un primer momento de suspensión.
En el caso de la atención, conlleva suspender el juicio que puede bloquear el
acogimiento de lo que está aconteciendo. Se trata de una atención que debe
disponerse para recibir, más que la atención que se concentra/focaliza en un
objeto o situación determinada. En este sentido sostenemos la importancia de
los desarrollos en torno al tema de la filósofa Weil (1942: 4), quien afirma
que “la atención consiste en suspender el pensamiento, en dejarlo
disponible, vacío y penetrable al objeto”
“Sentí que cuidé cuando han llegado al taller y
los veo muy serios, con otra mirada. Y
después me puse a charlar con ellos. Y es un
ratito de escucha que le di nada más. Pero con eso cambia todo”
-Empatía
Refiere a la
búsqueda de comprensión de las demás personas y sus vivencias. Se diferencia de
la proyección, en la cual se prolongan los propios deseos, expectativas,
intereses, en otra persona, como si le correspondiesen o partiesen de la misma.
La proyección debe ser entonces suspendida para abrir paso a la empatía.
La empatía
requiere asimismo de un fuerte sentido de singularidad, ya que como nos
recuerda Rifkin (2015), sólo puede desarrollarse a partir de una conciencia del
carácter único de cada sujeto. De acuerdo con este autor, la empatía pulsa
entre la posibilidad de distinguirse del otro, así como reconocer a los demás
habitando en cada persona. Un otro valioso en sí mismo y singular, parte de una
común humanidad. No se trata entonces de sustituir a la otra persona, sino de
poder habitar sus emociones, experiencias y vivencias, reconociendo, en simultáneo,
que no necesariamente son semejantes a las propias.
“El cuidado viene de la mano de la empatía, sino
no hay forma”
“De ahí tratar de ver en esa mirada, tratar de
sentir lo que está sintiendo ese joven que viene al taller, tener empatía poder
entender qué está queriendo decir, qué necesita. Porque ese espacio es tan o
más importante que el taller en sí con las técnicas que podes aprender. Y
aceptar primero, lo que venga”
Importancia de
los detalles y gestos
Las personas
entrevistadas destacan que aquello que puede parecer pequeño, anodino o
insignificante, “hace la diferencia”. Junto con la receptividad antes
mencionada, la ponderación de los detalles y los gestos de cuidado, expresan
una política-ética de la hospitalidad que impregna a la organización de la que
forman parte. En este sentido, las reflexiones de Laugier
(2015), advierten acerca de una ética de la percepción particular de las
situaciones, en la que revisten importancia los detalles de la vida ordinaria,
aquello que se encuentra próximo. Con este estudio, hemos reunido evidencia que
demuestra la importancia que presenta lo que, en principio, se dimensiona como
pequeño y anodino, para que las personas vivencien sentirse cuidadas. Además,
la percepción que es capaz de identificar y valorar lo “ordinario” nos remite a
un orden orgánico y dinámico propio de la vida, diferente al orden estático e
inmutable que se presenta como ideal en el paradigma mecanicista.
“Sí, pienso en la potencia del detalle. Lo
importante es el detalle, pequeñas cositas que hacen que un espacio sea
distinto, que marque una diferencia, una ceremonia mínima que habilita a que
otro se sienta alojado”
“En la sociedad se ha perdido lo mínimo de la cotidaneidad, que a veces pasa por un detalle, o un gesto”
“Con un gesto, por ejemplo, podes hacer mucho, aunque parezca poco”
Respeto e
igualdad como modo de relación
En torno al
respeto e igualdad como modo de relación, las personas entrevistadas,
consideran que el respeto alude a la relación con los demás, no sólo desde una
dimensión receptiva y afectiva, sino desde una consideración de igualdad en el
trato. Respetar a la otra persona es tratarla como un fin en sí mismo, es
decir, sin establecer diferencias en el trato por estatus, pertenencia a clase
social, rol desempeñado, nivel económico. Se trata de considerar a cada persona
en su singularidad, y no sólo como destinataria de afecto en la medida en que
guarde similitud con la propia persona. En este marco, el respeto no alude a la
consideración de instancias jerárquicas o de autoridad, ni tampoco a la
adecuación de las conductas a una escala de valores establecida a priori de las
experiencias; fundamentalmente hace referencia a una vivencia donde se puede
aceptar y considerar de igual valía a las personas (igualdad) a pesar de que se
presenten con diferencias entre sí. Esta dimensión del cuidado entrelaza la
ética del cuidado con una ética de la justicia, indicador que excede el
cometido de este artículo pero que sin dudas requiere de elaboraciones que
permitan seguir profundizándolo, considerando los múltiples debates en torno a
estas éticas (Gilligan, 1985; Held, 2006).
La dimensión
de igualdad que se indica, recuerda la noción de igualdad-relación propuesta
por el sociólogo francés Rosanvallon (2012). Es
interesante retomar la propuesta del autor, acerca de la refundación del
concepto y sus efectos en la formación de lazos sociales. Su convocatoria
consiste en recuperar este ideal surgido al calor de la Revolución Francesa
dotándolo de nuevos significados en una era de la singularidad. Procura así
distinguir diferentes dimensiones y aporta con su teorización un aspecto
generalmente omitido: el de la igualdad
en tanto forma de la relación. Al retomar el espíritu de las revoluciones
norteamericana y francesa sugiere que “la igualdad había sido entonces
percibida en primer lugar como una relación, como una manera de construir
sociedad, de producir y de hacer vivir lo común” (Rosanvallon,
2012: 26).
La igualdad no
se agota, por lo tanto, en un criterio cuantitativo; ni debe ser reducida a una
variable aritmética. Es ante todo una cualidad que se circunscribe en las
relaciones humanas, a partir de la consideración de los principios de
singularidad, reciprocidad y comunalidad.
“Pienso que es dando lugar al otro que se da
esa igualdad. Cuando planteamos algo de igualdad me remite a la ronda, a
saberes compartidos, y la igualdad la da la condición humana. No la da ni una
condición socioeconómica, ni un puesto de laburo, entonces es desde ahí que lo
pienso”
“Ahí además de la afectividad está el respeto por el otro, somos iguales, no
importa qué título, qué estatus, y yo creo que es lo que trae a la gente acá
(...) no hay alguien que sea más y alguien que sea menos por si tiene o no
dinero, por si tiene más o menos estudios”
Afecto
Sobre el afecto, las personas entrevistadas, sostienen que es una
dimensión presente en la organización, la cual guarda relación con la
hospitalidad, el dar lugar al otro con sus emociones, estados de ánimo,
sentimientos. El afecto no está circunscripto a personas que forman parte de
las relaciones íntimas de la persona, sino que se extiende hacia la
consideración de toda la sociedad. Es decir, se considera que es legítimo poder
introducir la consideración de lo afectivo en las organizaciones, en los lazos
sociales y con todo lo viviente.
“La afectividad no es sólo el amor en la familia,
en el grupo íntimo, es para todo, para el perro, para el gato, para la persona
que pasó por enfrente, para el pibe que está en el semáforo y mucha gente mira con
desprecio”
Confianza en
la potencia del otro
En torno a la
confianza en la potencia de las demás personas, las personas informantes,
remiten a diversos aspectos, todos ellos relativos a la importancia que se le
concede a lo que cada persona puede hacer, siempre de manera entrelazada con
otros. Se trata de una confianza en el otro, que no requiere de garantías ni
pruebas, sino que se relaciona con la apuesta. Se confía en que el otro puede
tomar decisiones, se reconocen sus saberes, su condición deseante, y se apuesta
a que desarrolle diferentes capacidades. En particular, este otro al que
refieren las personas entrevistadas remite, fundamentalmente, a los ciudadanos
del barrio, que asisten al servicio. Las informantes consideran que, muchas
veces, desde los establecimientos ubicados en barrios con vulnerabilidades
sociales y económicas, se despotencia a las personas,
en la medida en que no se espera nada de ellas, ni se cree que porten saberes
que puedan enriquecer a toda la comunidad.
En este sentido, en este centro de convivencia, se refiere que hay una búsqueda
de poder hacer colectivamente, lo que no implica un poder sobre otros
(dominio), sino un poder con otros (potencia). La potencia en la filosofía de
Spinoza refiere antes que nada a una incógnita (nadie sabe lo que puede un
cuerpo), una apertura hacia lo que adviene, y una convocatoria a la exploración
deseante (Najmanovich, 2021b). En síntesis, la
confianza en la potencia de las otras personas, en particular de las que viven
en el barrio donde se ubica el centro de convivencia, remite a la autonomía, el
reconocimiento de los saberes y el desarrollo de capacidades:
-Autonomía
La autonomía
es pensada como emancipación colectiva con respecto al Estado y también al
mercado, en el sostenimiento de la vida cotidiana, así como también es
entendida en tanto posibilidad de tomar decisiones.
“creo que cuidar es promover autonomía. Y
autonomía, pensando en nuestra función de coordinar el espacio, tiene que ver
con escuchar y alojar lo que ese otro trae ya de su propio recorrido, abrir
posibilidades y que el otro pueda decidir”
“la idea es potenciar de manera emancipadora, no
que toda la vida una persona necesite del Estado o que todo lo tenga que
comprar”
“Y para mí dentro de ese cuidar está el acompañar
los procesos para la generación de
autonomía”
-Reconocimiento
de los saberes
Este
reconocimiento alude a poder hacer lugar a los saberes que las personas que
viven en el barrio y asisten a la organización, pueden compartir. Este
reconocimiento de saberes, se entrelaza con una política de la igualdad que
recupera esta dimensión en tanto vivencia que se construye en la vida
cotidiana. De este modo, las voces de las personas que suelen ser consideradas,
según las personas informantes, como destinatarios de múltiples capacitaciones,
son recuperadas como portadoras de saberes, en ocasiones, ancestrales, ligados
a sus historias familiares y colectivas.
“Yo creo
que lo que arruina la torta son las jerarquías, recién los jóvenes me decían:
¿y usted nos va a enseñar? Yo les voy a contar lo que aprendí y voy a aprender
de ustedes también. Porque después en la práctica siempre traen saberes, no es
que alguien sabe y otro no”
-Desarrollo de
capacidades.
Asimismo,
cuando los vínculos están imbuidos de confianza, uno de los informantes
sostiene que, se promueve el desarrollo de capacidades de muy diverso tipo.
“Me parece que cuidar (...) tiene que ver con el
presentar aquellos estímulos, oportunidades y situaciones que sean favorables
al desarrollo de capacidades, cognitivas, emocionales, sociales”
Búsqueda de
comunidad
Sobre la
búsqueda de comunidad, se hace referencia a un cuidado que se practica en
comunidad, a partir de una ética-estética de red, en el marco de una
reciprocidad extendida (Kipen et. al.,
2023) o dependencia anidada (Kittay,
1999). De este modo, se destaca la importancia de facilitar desde el Estado el
conocimiento de los ciudadanos del barrio entre sí, la promoción de una
“vecindad” que implica ayuda mutua, compartir problemas, encuentro, construcción
de lazos, celebración de rituales que promueven la unidad (comidas en ronda,
ronda para compartir emociones y problemas, mingas, espacios de biodanza,
intercambios de semillas) y un sentido de espiritualidad inmanente (Maffesoli,
2019).
La búsqueda de
comunidad remite a una saturación provocada por el individualismo (Maffesoli,
2004; 2019) y una valorización de los vínculos y el encuentro con las demás
personas, como fin en sí mismo. Esta comunidad no está sólo integrada por los
humanos, sino que se extiende hacia todo lo viviente, incluidos los árboles del
patio de la organización, el barro con el que se construye en las mingas, las plantas que se utilizan para prevenir o ayudar
a curar enfermedades. En última instancia, esta categoría junto con otros emergentes
del trabajo de campo, contribuyen a la redefinición de la ontología
individualista propia de la modernidad.
“Básicamente la reconstrucción de lazos (…) más
que nada en el capitalismo se concentró la cuestión del cuidado en la madre, el
padre y los hijos. Y lo que se necesita, tiene que ver con el cuidado en red,
en muchos”
“Nosotros decimos, hay dos vecinos que viven casi
al lado y no saben quién está a dos
cuadras. Entonces nosotros les decimos: ¡este
vecino está a dos casas de vos!”
“A veces parece una cuestión volada, que esto no
tiene nada que ver con una política social, de salud, pero de pronto
¿cuándo nos sentimos más cuidados? Cuando más trama vivenciamos y más nos
integramos entre sí”.
2) El cuidado de sí
De manera
entrelazada con los vínculos, emerge la consideración del cuidado de sí, la
cual se presenta en asociación con el cuidado del otro y no en dicotomía con
éste. Ya sea como condición para que el cuidado del otro pueda desplegarse, así
como posibilidad de integración del ámbito laboral con las cuestiones
personales. Es conveniente subrayar desde el comienzo mismo que esta dimensión
relevada no se corresponde con el individualismo característico de nuestra
época, el cuál encuentra su epítome en la propuesta neoliberal, que como afirma
la especialista en ética del cuidado Tronto (2017) ha hecho del cuidado de sí
una moral individualizada. Esta última sólo convoca a las personas a ocuparse
sólo de sí mismas y sus familias, abarcando con ello sus estilos de vida,
estados físicos, en definitiva, una concepción “parroquial” del cuidado.
La relevancia
otorgada al cuidado de sí como eje de la organización, constituye un hallazgo
en este contexto, debido a que estudios precedentes en la región (Bravo, 2012;
Aparicio, 2021; Bravo y Carmona Gallego, 2022) dan cuenta de la ausencia de
percepción del cuidado como un asunto relevante para los propios agentes de la
organización. El cuidado de sí queda así relegado a una “solución individual” y
privada al malestar, aquello que se practica por fuera de la organización para
afrontar luego lo que sucede en ella. Sin desestimar la
importancia de los itinerarios personales que los agentes de una organización
pueden llevar adelante para cuidar de sí, se pueden considerar los malestares
emergentes como una oportunidad de transformación singular, grupal y organizacional.
Apoyándonos en la noción de cuidado de sí foucaultiana
(Foucault, 2002) podemos pensar un cuidado de sí que no es sin otras personas y
que implica una transformación. Es por lo tanto necesario pensar en espacios en
la organización y en un modo de desarrollar la labor en la misma, que pongan en
primera plana el cuidado de los agentes como asunto transversal
En este
sentido, se puede afirmar, que el cuidado de sí, como práctica de los propios
agentes, pero fundamentalmente como política organizativa, contribuye a la
generación de un ambiente saludable de trabajo.
El cuidado de
sí en este contexto organizativo implica:
-Integración
de lo personal con lo laboral.
“Yo me siento cuidada cuando me encuentro con mis
compañeros y puedo charlar, de lo que le está pasando a cada uno, no solo en lo
laboral sino también en lo personal, a lo menor a veces sin profundizar
demasiado, pero sí sabiendo lo que le está pasando al otro y estar ahí de algún
modo”.
-Conciencia de
los propios límites.
“Poder decir que no a algunas cosas, para tener
más tiempo para escuchar”
“Sabemos que estamos en un rol de gestión y de responsabilidad, somos los
primeros que tenemos que saber pedir ayuda y decir hasta acá yo llego. ¿Cómo
voy a hacer para cuidar al resto si estoy mal?”
-Registro de
sí mismo.
“No olvidarme. Un cultivo de sí mismo. Es eso,
una responsabilidad hacia mi cultivo que no tiene nada que ver con el egoísmo
me parece”
3) El cuidado como conexión con la naturaleza
En relación a
la percepción del cuidado como “conexión con la naturaleza”, la noción de
naturaleza como un ecosistema al que pertenecemos los humanos, es otro
emergente de relevancia. Los agentes destacan a la naturaleza como lugar con el
cual y en el cual entrar en vinculación para cuidar de sí, de los otros y de
todo lo que de ella emana. En este sentido, la noción de naturaleza que se
plantea no es la típicamente moderna, la cual se erige en dicotomía con el ser
humano como instancia externa y separada de él (Capra, 2009; Llamazares, 2013).
Los humanos no se plantean en un lugar trascendente respecto a la misma. Por
ello el cuidado no aparece como “salvación” de la naturaleza, sino como todo
aquello que hacemos y podemos recibir, en nuestros vínculos con otros humanos y
entidades vivientes que forman parte del ecosistema.
“Y también esta institución llega con esta visión
de acercarnos a la naturaleza”
“Vos venís acá y venís debajo de los árboles, y
si tenías problemas venís acá y te hace bien. Sentir la naturaleza”
4) El cuidado como asistencia
En otro orden,
algunas personas entrevistadas manifiestan que entienden como parte integrante
del cuidado a la asistencia, la cual alude a la ayuda y provisión estatal ante
necesidades de la población del barrio, preestablecidas por las políticas
públicas. Se trata de una asistencia dirigida a personas en situación de
vulnerabilidad socioeconómica. En el caso de esta organización, aborda
necesidades de alimentación y vivienda. Por ello se hace referencia en muchas
entrevistas a la entrega de cajas con alimentos, o de materiales para la
construcción.
“Entonces estamos pensando en ese espacio se haga
la entrega de cajas de alimentos, de manera que no quede escindida la entrega
de la caja del espacio de encuentro. Eso me parece superador, poder pensar la
entrega de la caja como un tipo de trámite administrativo, bueno presénteme el
documento y le doy la caja lo más rápido posible, y de pronto descuidamos el
encuentro, la posibilidad del intercambio, o la posibilidad de que no sea
solamente el kilo de azúcar o el paquete de lentejas”
En la medida
en que la asistencia no sea integrada a la dimensión vincular, constituye de
acuerdo a
muchas personas entrevistadas un descuido. Sin embargo, cuando la asistencia es
integrada a un cuidado integral que abarca el vínculo ético-afectivo y
receptivo, constituye una dimensión del cuidado a considerar en este contexto
organizativo. Es decir, entre ambas categorías (vínculos y asistencia) se
detectan puntos de integración, así como de tensión. Los puntos de relación
remiten a la integración de la asistencia a las personas en situación de
vulnerabilidad socio-económica que habitan el barrio, en una micropolítica y
ética de cuidado que insiste en la construcción de vínculos en la comunidad de
vivientes. Esto es, se integra la tarea de asistencia (configuración del
cuidado-tarea) en la configuración del cuidado como vínculo ético-afectivo y
receptivo. De allí que la coordinadora de Convivencia afirme:
“Y siempre digo que no se trata solo de entregar
una caja de alimentos, sino de cómo la entregamos, de si sólo damos una caja o
nos dedicamos también a escuchar a esa persona, a respetarla, a ser afectivos,
no sólo para cuidarla, sino también para enriquecernos como comunidad y
nosotros mismos”
Los puntos de
tensión, en cambio, aluden a una asistencia que no integra la dimensión
vincular,
desembocando en una instrumentalización y asimetría de la relación, donde el
otro es un número en una planilla, un objetivo de la política pública, más que
un fin en sí mismo. Se trata de un aspecto del descuido que será abordado en
otros trabajos.
V. Conclusiones
En nuestro
caso los informantes presentan una percepción multidimensional (vínculos,
cuidado de sí, conexión con la naturaleza) e integral (tarea y modo de
vinculación) del cuidado. Los agentes de la organización consideran que cuidar
es más que una mera tarea de asistencia a la población que habita el barrio, se
trata de un modo de vinculación con uno mismo, el otro y la naturaleza de la
que todos somos parte y que excede los roles instituidos dando lugar a una
dimensión instituyente de la práctica profesional.
Destacamos el
emergente de la receptividad ya que implica la consideración del cuidado no
sólo como un hacer, sino ante todo como un modo de la acción, así como en
ocasiones una suspensión de la misma. De manera que las personas en este
contexto experimentan cuidado de sí y de los otros cuando pueden suspender
acciones para poder dejarse afectar por lo que está aconteciendo. En síntesis,
la receptividad emerge como condición de posibilidad de la actividad cuidadosa.
Encontramos en prácticas de abstención (no intervenir, no interferir), de un
cierto trabajo con la atención (suspensión del juicio para estar receptivos) y
del habla (escucha profunda como condición dialógica), una configuración del
cuidado como vínculo ético-receptivo. Este hallazgo implica una nueva
comprensión del tema en estudio, al otorgar mayor relevancia a la dimensión de
la receptividad antes que a la afectividad (comprendida como ternura) así como
a la actividad, para las prácticas de cuidado. En todo caso, la importancia de
la afectividad estará dada en la medida en que comprendamos por este concepto
la apertura a la afectación y, por tanto, el reconocimiento de la
vulnerabilidad como marca de la vida. Para el caso de la actividad, la
relevancia de la receptividad resignifica el acervo de antecedentes en torno al
tema en estudio, en particular la definición que acuñaron Tronto y Fisher
(1990) en torno al cuidado como una “actividad de especie”, retomada en las
definiciones conceptuales de múltiples y numerosos trabajos.
Dicho de otro
modo, proponemos revisitar el énfasis otorgado al hacer y a la actividad como
definitorios del cuidado a partir de la noción de receptividad materializada en
los resultados de nuestro trabajo de campo. Además de afecto, las personas en
este contexto organizativo necesitan para cuidar y ser cuidadas un ethos de la receptividad. Para ello es
preciso, entre otros elementos, recuperar a nivel singular tanto como
comunitario, un ritmo que permita demorarse en las cosas, demorar proviene de
morar, hacer morada, es decir generar un “sentido de casa”.
Cultivar la
ética de la receptividad es un modo de hacer casa que es, en última instancia,
recuperar pulsos vitales, movimientos expansivos e intensivos, afueras y
adentros, reconociendo los polos del pulso culturalmente descalificados: el
retiro, el descanso, la inspiración. Demorar es cultivar una proximidad con las
cosas y con el mundo, experimentar la calidez de un estar juntos, atender y
escuchar.
Nuestro
pensamiento occidental atravesado por el paradigma mecanicista, ha opuesto
actividad a pasividad. Esta última se planteó como la mera ausencia de
actividad, sin cualidades propias. Sin embargo, la receptividad lejos de ser
mera ausencia de actividad resignifica a la misma desde el cuidado, además de
contar con cualidades propias, tales como la escucha, la atención y la
suspensión de la acción con el fin de posibilitar que algo acontezca/sea.
Asimismo, la receptividad no se opone necesariamente a la actividad, sino que
puede implicar en algunos casos su suspensión, pero en otros su integración con
la misma, de manera que más que polos dicotómicos, en las prácticas de cuidado
observamos un continuum de ensambles entre actividad y receptividad. En este
sentido, resulta sumamente relevante este hallazgo ya que muchas de estas
prácticas no serían consideradas desde el concepto de actividad o bien
quedarían asociadas a una "nada" por no contar con un marco
teórico-conceptual que permita identificarlas, así como dotarlas de valor.
Por último, cabe considerar que de las 12 personas entrevistadas, 10 se
identifican como mujeres y validan las prácticas de cuidado como relevantes
para el ámbito de trabajo. Desde la perspectiva de esta investigación, estas
consideraciones se explican por la educación en el cuidado que, en nuestra
sociedad, caracteriza mayormente a las trayectorias de las mujeres (Gilligan,
1985). Sin embargo, generalmente el cuidado se transmite como disposicion sacrificial hacia los demás, omitiendo el
cuidado de sí y las propias necesidades. En este sentido, una perspectiva ética
del cuidado comprende el valor del cuidar como práctica universal, que
necesariamente tiene que desarrollarse en todos los géneros (Carmona Gallego,
2020b, 2021b; Comins Mingol,
2023). En este sentido, las personas entrevistadas exhiben una ética feminista
del cuidado, al considerar que cuidar es esencial para ser y mantenernos
humanos en comunidad.
Referencias bibliográficas.
Angelino, M. A. (2014). Mujeres
intensamente habitadas. Ética del cuidado y discapacidad.
Paraná: Editorial Fundación La
Hendija.
Aparicio, V. (2021). Las tramas de los cuidados. Un estudio en torno a las
prácticas del cuidado de sí que
portan los profesionales del Consejo Provincial del niño, el adolescente y la familia de la
ciudad de Paraná. Facultad de
Trabajo Social, Universidad Nacional de
Entre Ríos.
Arango
Gaviria, L. y Molinier, P. (2011). “El cuidado como
ética y como trabajo”. En Luz Arango Gaviria y Pascale Molinier, El trabajo y la ética del cuidado pp. 15-21. Medellín:
La Carreta Editores.
Argyris, C. y Schön, D. (1978)
Organizational Learning: A theory of action
perspective.
Reading MA, Addison Wesley.
Batthyány, K. (2020). Miradas latinoamericanas al
cuidado. En Batthyány, K. (coord.) Miradas
latinoamericanas a los cuidados (pp. 11-52). Ciudad Autónoma de Buenos Aires:
CLACSO; México DF: Siglo XXI.
Batthyány, Karina; Genta, Natalia y Perrotta, Valentina (2015). El aporte de las familias y las mujeres al cuidado
no remunerado de la salud en el Uruguay. Santiago de Chile:
Naciones Unidas.
Bardet, M. (2019). Hacer mundo con gestos. Buenos Aires: Editorial Cactus.
Boff, L. (2002). El
cuidado esencial. Ética de lo humano, compasión por la tierra. Madrid: Editorial Trotta.
Boff, L. (2012). El
cuidado necesario. Madrid: Editorial Trotta.
Borgeaud-Garciandía (2018). Introducción. En
Bourgeaud-Garciandía (comp.)
El trabajo de cuidado (pp. 13-30). Buenos Aires: Fundación Medifé.
Bravo, V (2012). Formas de hacer frente a
las tensiones provenientes del trabajo en un grupo
de profesionales que se desempeñan en el
abordaje de la violencia
familiar. Maestría en Salud Mental, Facultad de Trabajo Social, UNER.
Bravo, V. y Carmona Gallego, D. (2021). Salud mental y cuidado en profesionales
del campo de la violencia familiar y
contra la mujer. En Lemos, R. (Comp.) Violencia familiar y contra la mujer. Saberes, prácticas y políticas para su
prevención. (pp.217-234).
Paraná: EDUNER.
Carmona Gallego, D. (2020a). Autonomía e interdependencia. La ética del cuidado
en la discapacidad. Revista Humanidades,
10(2). DOI: https://doi.org/10.15517/h.v10i2.41154
Carmona Gallego, D. (2020b). Del heroísmo al cuidado. Apuntes para el cultivo
de nuevas masculinidades. En
Carmona Gallego, D.; Voska, F.; Tortul,
D. Varones hasta las pelotas. Apuntes para el cultivo de
nuevas masculinidades (pp. 11-24). Paraná: Editorial
Fundación La hendija.
Carmona Gallego, D. (2021a). La autonomía en la discapacidad desde la
perspectiva de la ética del
cuidado. Contextos: Estudios de humanidades y ciencias sociales, (48): 8.
Carmona Gallego, D. (2021b). Masculinidades, vulnerabilidad y ética del
cuidado. En Yzet,
Y. (Comp.), Micaela, Una vida, una muerte y una
ley (de) construcción del Estado
con perspectiva de género. Ley 27.499 (pp.427-442).
Paraná: Delta.
Carmona
Gallego, D. (2021c). Vulnerabilidad, ética del cuidado y enfoques
ecosistémicos. De prácticas y
discursos Cuadernos de Ciencias Sociales, 15: 1-16. DOI: http://dx.doi.org/10.30972/dpd.10154825
Carmona Gallego, D. E. (2023). Los lazos sociales en la contemporaneidad. Desde
el individualismo hacia la ética
del cuidado. Miradas, 18(1), 215–238. DOI:
https://doi.org/10.22517/25393812.25296
Capra, F.
(2009). La trama de la vida. Una nueva
perspectiva sobre los sistemas vivos.
Barcelona: Editorial Anagrama.
Carrera, J. y Murillo, D. (2022). Recuperar
los bienes comunes, reivindicar el buen vivir. (1ª
edic.). Barcelona: Cristianisme
i Justicia.
Comins-Mingol, I. (2023). Hacia unas masculinidades
justas y cuidadoras: contribuciones antropológicas
del cuidado a la paz. En-Claves Del
Pensamiento, (34), e630. DOI:
https://doi.org/10.46530/ecdp.v0i31.630
Córdoba
Rojas, D.; Sanz Guerrero, D., Medina, A.M., Buitrago Echeverri, M.T.; Sierra González, Á. (2021). Fatiga por compasión y agotamiento profesional en personal de
salud ante el duelo y muerte en contextos hospitalarios. Revista Saúde e Sociedade, 30 (3). https://doi.org/10.1590/s0104-12902021200478
De la Aldea,
E. (2019). Los cuidados en tiempos de
descuido (1ª edic.). Santiago de Chile: LOM.
Domínguez
Alcón, C. (2018). Lo esencial del cuidar: qué debería preocuparnos hacia el año 2050. Index de Enfermería, 27 (4), 185-187.
Dufourmantelle, A. (2019). Elogio del riesgo. Ciudad Autónoma de
Buenos Aires: Nocturna Editora y Paradiso Editores.
Escardó, V. (2020). Cuidado de
cuidadores. Síndrome de burnout: Dispositivos grupales y técnicas de
intervención. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Centro de Publicaciones Educativas y Material Didáctico.
Esquirol, J.M. (2021). Humano, más humano (1ª edic.). Barcelona:
Acantilado.
Foucault, M. (2002). La
hermenéutica del sujeto. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.
Franco, T. B.y Merhy, E. (2011). El reconocimiento de la producción
subjetiva del cuidado. Revista
Salud Colectiva Universidad Nacional de Lanús (7), 1.
Gattino, S. y Chacarelli, M.E. (2021).
“El cuidado como política, ética centrada en la vida”. En Washington Uranga (comp.),
Políticas Sociales: estrategias para construir un nuevo horizonte de futuro. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Ministerio de Desarrollo Social de la
Nación; CEIL-CONICET; FAUATS; Paraná:
RIPPSO.
Gilligan, C. (1985). La moral y la
teoría. Psicología del desarrollo femenino. Ciudad de México: Fondo de Cultura
Económica.
Kipen, E., Marmet, M. L., Delsart, M. E., Aparicio, V., Suarez, M., & Florenza, A. (2023).
Recorriendo las tramas institucionales del cuidado: Investigación colaborativa
en torno al cuerpo y el cuidado. Ciencia,
Docencia Y Tecnología Suplemento, 13(14).
Kittay, E.F. (1999). Love’s Labor: Essays on Women,
Equality, and Dependency.
New York: Routledge.
Laugier, S. (2015). The
Ethics of Care as a Politics of the
Ordinary. New Literary History, 46(2), 217–240. doi:10.1353/nlh.2015.0016
Lévinas, E. (2001). La huella del otro. Ciudad de México: Editorial Taurus
Llamazares, A. M. (2017). Del reloj a la
flor del loto. Crisis contemporánea y cambio de paradigmas. Buenos Aires: Del nuevo extremo.
Maffesoli, M. (2004). El tiempo de las tribus: el ocaso del individualismo en las sociedades
posmodernas. Barcelona: Siglo XXI.
Maffesoli, M. (2019). Homo eroticus. Sobre las comuniones emocionales. Santiago de Chile: Editorial Cuarto propio.
Maffesoli, M. (2018). El cuidado puesto a prueba por el trabajo.
Vulnerabilidades cruzadas y saber-hacer discretos. En Borgeaud-Garciandía, N. (comp.), El trabajo
de cuidado (pp. 187-210). Buenos Aires: Fundación Medifé.
Molinier, P. y Legarreta, M. (2016). Subjetividad y
materialidad del cuidado: ética, trabajo
y proyecto político. Papeles
del CEIC, 1, 1-14.
Maslach, C. y Jackson, S. (1981). Maslach
burnout inventory, Palo Alto, California: Consulting Psycgologist.
Morin, E. (2009). Introducción al pensamiento complejo. Barcelona: Editorial Gedisa.
Najmanovich, D. (2021a). Cuidadanía.
Ecología de saberes y cuidados. En Duering, E. y Cufré,
L. (comps.) El tejido social en las calles sin nombre
(pp.236-250). México: Editorial Tirant lo Blanch.
Najmanovich, D. (2021b) ¿Qué puede un cuerpo?
Paisajes y cartografías de los cuerpos deseantes.
Revista El hormiguero, psicoanálisis, infancia/s y adolescencia/s, 5.
Pautassi, L. (2018). El cuidado: de cuestión
problematizada a derecho. Un recorrido estratégico, una agenda en construcción. En M. Ferreyra (Coord.),
El trabajo de cuidados: Una cuestión de derechos humanos y políticas
públicas (pp. 178- 191). ONU Mujeres.
Pautassi, L. (2020). La centralidad del derecho al
cuidado en la crisis del COVID-19 en América
Latina. Oportunidades en riesgo. Revista
Ius Et Veritas, (61), 78- 93. https://doi.org/10.18800/iusetveritas.202002.005
Perlo, C. (2009) La organización como producto de la
acción individual y colectiva: El aprendizaje
organizacional. María de los Ángeles Sagastizabal (coord.) Aprender y
enseñar en contextos complejos.
Multiculturalidad, diversidad y fragmentación (pp.11-130). Buenos
Aires: Noveduc.
Perlo, C. y Costa, L. (2019). Hacia una ética dialógica-ecológica, más allá del
paradigma crítico. En Perlo, C. y Costa, L. (dir.) Saber estar en las organizaciones: una perspectiva centrada en la vida, el diálogo y
la afectividad (pp. 169-179). Paraná: Editorial
Fundación La Hendija.
Perlo, C. y Carmona Gallego, D. (2021). Abordajes de la violencia y la
seguridad pública, hacia un
enfoque ético-relacional basado en el cuidado. Bajo Palabra, (27), 231–256. https://doi.org/10.15366/bp2021.27.012
Pié Balaguer, A. (2019). La insurrección de la vulnerabilidad. Para una pedagogía de los cuidados
y la resistencia. Ediciones de la Universidad de Barcelona.
Rifkin, J. (2010). La civilización
empática: la carrera hacia una conciencia global en un mundo en crisis
(2a. edic). Barcelona: Paidós.
Rosanvallon, P. (2012). La
sociedad de iguales. Buenos Aires: Manantial.
Rossel, C. (2016). Desafíos
demográficos para la organización social del cuidado y las políticas públicas.
Santiago de Chile: Naciones Unidas.
Sagastizabal, M.A. y Perlo, C. (2002). La
investigación-acción como estrategia de
cambio en las organizaciones. Buenos Aires: Editorial Stella y Ediciones La
Crujía.
Sojo, A. (2011). De la
evanescencia a la mira: el cuidado como eje de políticas y de
actores en América Latina. Santiago de
Chile, Chile: Naciones Unidas.
Stake, R. (1998).
Investigación con estudio de casos. Madrid: Ediciones Morata.
Thomas, C. (2011). Deconstruyendo los conceptos de cuidados. En C. Carrasco,
C. Borderías
y T. Torns (eds.) El
trabajo de cuidados. Historia, teoría y políticas (pp.145-176). Madrid:
Editorial Catararata.
Tronto, J. (2017). There is
an alternative: homines curans and the
limits of neoliberalism. International Journal of Care
and Caring, 1
(1), 27-43. DOI:https://doi.org/10.1332/239788217X14866281687583
Tronto, J. y
Fisher, B. (1990). Toward a Feminist
Theory of Caring. In E. Abel, & M. Nelson (Eds.), Circles of Care (pp. 36-54). SUNY Press.
Weil, S. (1942). Reflexiones sobre el buen uso de los estudios escolares
como medio de cultivar el amor a
Dios. En: S. Weil, A la espera de Dios.
Madrid: Editorial Trotta.
[1] Artículo de investigación. Este artículo se
deriva de la investigación “Estudio sobre las percepciones del cuidado y su relación
con las prácticas en los contextos organizativos”, radicada en el Instituto
Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación, y con financiamiento
mediante beca doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas-CONICET.
[2] Becario Doctoral del Instituto Rosario de
Investigaciones en Ciencias de la Educación (IRICE), del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y la Universidad Nacional de
Rosario (UNR), Rosario, Argentina. Miembro del Grupo de investigación
Aprendizaje y Desarrollo Organizacional. Psicólogo (UNR) y Candidato a Doctor
en Ciencias Sociales, en la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER). Mail: carmona@irice-conicet.gov.ar ORCID: 0000-0002-3089-4936
[3] Investigadora Independiente del Instituto
Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación (IRICE), del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y la Universidad
Nacional de Rosario (UNR), Rosario, Argentina. Directora del Grupo de
investigación Aprendizaje y Desarrollo Organizacional. Doctora en Humanidades
con mención en Educación (UNR). Profesora de Posgrado. Mail: perlo@irice-conicet.gov.ar ORCID: 0000-0002-9363-3952
Fecha
de recibo: 04/07/2023 Fecha
de aceptación: 28/08/2023