Siempre recuerdo un aviso publicitario de un colegio en la ciudad donde vivo, este decía “para los niños el mundo siempre es nuevo… para nosotros también”. Esa corta e impactante frase siempre la tengo presente, es posible que sea por el numero de veces que la logre ver cuando recorría esa carretera, o tal vez, por la simple y sencilla razón que ella encierra dos grandes lecciones, absoluta y radicalmente filosóficas: la primera es que la naturaleza propia del conocimiento, lo que lo hace ser precisamente conocimiento es el cambio. La filosofía del cambio que planteo Heráclito es una invitación a enfrentarnos a lo estático y a lo inamovible. El pensamiento científico derivado de esta actitud filosófica por lo tanto es una invitación a pensar para cambiar e irradiar nuestro entorno.